¿Por qué no hay más mujeres en tecnología?

Mariángela Petrizzo
5 min readAug 12, 2023

Muchas veces he escuchado que las mujeres no están en tecnología “porque no quieren”.

¿Cuáles son las barreras culturales que impiden que las mujeres ingresen a carreras de tecnología?

Esta frase aunque cada vez se escucha menos, lamentablemente aún es punto de partida muchas conversaciones sobre por ejemplo ¿cómo hacer que las mujeres nos sintamos más seguras de nosotras mismas en cualquier área del desarrollo profesional? y es que aún es difícil aceptar que nuestras decisiones como mujeres sobre el futuro profesional, no siempre descansan en nuestra voluntad, gustos o intereses de conocimiento.

Lamentablemente, los condicionamientos sociales, que rápidamente resumimos como “rol de género” determinan aún de manera significativa aquello que asumimos como deseable o aceptable en nuestro desarrollo profesional, además de que para un número aún muy importante de mujeres, persisten limitaciones económicas y de infraestructura que condicionan su acceso a las tecnologías.

La construcción y sostenimiento de sistemas familiarizados de cuidado, delega en niñas y mujeres la responsabilidad de la reproducción no sólo física, sino también social de la vida asignándonos, además responsabilidades sobre cuidados físicos y emocionales de las personas cercanas.

Otros aspectos culturales clave que determinan la aún poca incorporación de mujeres en carreras de tecnología son elementos relativos a las creencias y normas socioculturales que, en algunas sociedades, reservan a las mujeres del ejercicio de actividades técnicas, lo cual se refuerza en elementos como la interseccionalidad que traduce los impactos de distintos condicionamentos, de formas particulares en función de aspectos como raza, etnia, preferencia sexual o estratosocial de las mujeres.

Podemos ahondar en cada una de estas razones, avanzando algunas ideas para facilitar su cambio:

Obstáculos de acceso y asequibilidad: Bien sabemos que, como mujeres podemos enfrentar a obstáculos para acceder a la tecnología debido a factores como la falta de recursos o la asequibilidad de las tecnologías utilizadas. Y estos obstáculos, nos ponen de manifiesto, además, que en términos de infraestructura tecnológica, también patrones culturales que condicionan el acceso a las mujeres a infraestructura necesaria para el uso y profesionalización en el ámbito tecnológico. Aspectos como los sistemas de cuidado y cómo las mujeres en muchas sociedades son responsables de la reproducción biológica y social de la vida, por ejemplo, condicionan de forma clara el acceso a infraestructuras tecnológicas que les habiliten un desarrollo profesional en estas áreas, pues condicionan los modos en que las familias destinan recursos a la adquisición de estas tecnologías en función de la división sexual del trabajo.

Fallas en los procesos educativos: Aún persiste el condicionamiento estructural que limita el acceso a educación y formación de calidad, lo cual obstaculiza la capacidad de las mujeres para seguir carreras en tecnología. No sólo hablamos de las brechas en infraestructura digital que hacen notorias las diferencias en el acceso a la tecnología en sectores rurales y urbanos, sino también hablamos de la importancia que, en las actividades pedagógicas, se da de forma explícita, a potenciar el aprendizaje en tecnología de las niñas.

Prejuicios inherentes y normas socioculturales: Las normas y prejuicios culturales profundamente arraigados pueden crear la percepción de que la tecnología no es un campo adecuado para las mujeres, desalentando su participación. En el libro “Cómo funciona el aprendizaje” (How learning works, seven research-based principles for smart teaching, de Susan A. Ambrose et al), los autores establecen hallazgos claros de diferencias en las capacidades de aprendizaje de niñas y niños, ¡inducidas desde su infancia! De esta forma, es frecuente mellar la confianza de las niñas en sus capacidades de aprendizaje con comentarios como “a las niñas se les dá mejor el dibujo y la pintura que las matemáticas”, por ejemplo, pues les hace convencerse de alguna razón biológica oculta tras sus posibles dificultades de compresión de operaciones matemáticas, en lugar de revisar los procesos pedagógicos que operan en el aprendizaje, para cambiarlos.

Falta de modelos femeninos y de profesoras: La ausencia de representación femenina en funciones relacionadas con la tecnología, incluidos profesores y mentores, puede contribuir a la infrarrepresentación de las mujeres en este campo. Este es un aspecto en el que muchas organizaciones feministas que trabajamos el área de tecnología, nos hemos puesto a trabajar de forma activa, no sólo facilitando ofertas formativas de mujeres para mujeres y, además, visibilizando los logros y avances que facilitan nuestra vida cotidiana y fueron alcanzados gracias a mujeres, aunque éstas hayan sido víctimas de la invisibilización y silenciados sus logros.

Culturas excluyentes y dominadas por los hombres: Los campos CTIM (Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas, o STEM por sus siglas en inglés), incluida la informática y la computación, a menudo perpetúan culturas inflexibles, excluyentes y hasta violentas que pueden disuadir a las mujeres de entrar o prosperar en estos campos. De esta forma, la acción para disminuir la brecha de mujeres en el área de tecnología debe ser siempre una acción explícita y positiva, regulando las normas y las pautas de interelación entre trabajadores y trabajadoras dentro de un mismo ambiente laboral o educativo y potenciando el trabajo en grupos diversos y multidisciplinarios que, además, favorecen el logro de resultados más comprehensivos de los problemas abordados y con mayor éxito en su implementación posterior.

Interseccionalidad: La interseccionalidad es el término que traduce la situación en la cual las mujeres de diferentes orígenes raciales o étnicos, y distintos estratos sociales enfrentan obstáculos y prejuicios adicionales en su incorporación activa a la sociedad en pleno disfrute de sus derechos. La interseccionalidad explica, por ejemplo, exclusiones inexplicables de mujeres en acceso a salud integral, salud menstrual, incorporación como sujetas activas del ámbito económico y, por supuesto, también condicionan sus decisiones vocacionales, así como su acceso a estudios en carreras tecnológicas.

Sin pretender que la anterior es una lista exhaustiva, es cierto que estamos frente a un fenómeno complejo que no puede atenderse con una solución convencional, sino que, por el contrario, requiere también un enfoque multidimensional y transdisciplinario para ser resuelto. De allí la importancia de abordar estas condiciones culturales desde la perspectiva de las políticas públicas y las iniciativas ciudadanas, para trabajar para crear entornos inclusivos que fomenten y apoyen la participación de las mujeres en la tecnología.

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Mariángela Petrizzo

Politologa y mayeutica por conviccion. Grafitera digital. Madre de tres hojas del viento, paridora de ideas. https://about.me/petrizzo y http://t.co/blTOWGbvLE